miércoles, 11 de abril de 2012

Psicoanálisis y otros pensamientos totalitarios

La verdad es que siempre me ha llamado la atención la manera en la que el psicoanálisis siempre está con el sol que más calienta. En nuestra época, se presenta como perseguido por el pensamiento único, adalid de la liberación sexual y paradigma del relativismo científico, así de alegremente, como si la gente no tuviera memoria. Sin embargo, tengo la impresión de que a poco que cambiaran las circunstancias, el psicoanálisis encontraría los argumentos necesarios para acomodarse oportunamente a las mismas, todo con tal de no perder el negocio. Desde luego, no sabía que Freud le envió una copia de unos de sus libros a Benitto Mussolini con la siguiente dedicatoria:

A Benito Mussolini, con el cortés saludo de un anciano que reconoce en el soberano al héroe cultural.

Sigmund Freud

Viena, 26 de Abril de 1933.

Igualmente llama la atención que pese a la moto que nos quieren vender los adeptos de este credo, el psicoanálisis no fuera prohibido bajo el régimen nazi alemán, sino antes al contrario: desde la subida al poder de Hitler en 1933, el psicoanálisis sobrevivió y colaboró servil con el régimen. Todo cobra más sentido si nos situamos en el pensamiento del "todo vale", en el que después de todo, los nazis podían ganar la guerra y no era cuestión de enemistarse con ellos, no fuese que luego hubiera que hacer buenos negocios con ellos. Los felices feligreses afirman sin problemas que Freud fue perseguido "en su condición de judío y fundador de la escuela psicoanalítica", y se quedan más anchos que largos, sin embargo solo es cierto lo primero, el régimen nazi era antisemita, no anti-pseudociencia.

En 1933 la ley de "arianización" de las sociedades científicas establecía que ningún judío podía ocupar cargos directivos en dichas sociedades. Matthias H. Goering, un capitoste nazi y psiquiatra favorable a las tesis de Adler (otro psicoanalista defenestrado por apartarse del credo oficial freudiano, como les pasara también Reich o Jung) se ocupó de ello, y lejos de rechazar la fábula mentalista de Freud, emprendió acciones para la "nazificación" formal de la doctrina freudiana, eliminando de ella lo que consideraba "espíritu judío"; puso en marcha su programa de "arianización del psicoanálisis", que preveía la exclusión de los judíos en las organizaciones psicoanalíticas y la modificación del vocabulario de la doctrina, para lo que contó con la colaboración de psicoanalistas (no judíos). Este último punto es importante en tanto da lugar a una diferenciación que es habitualmente omitida: el antisemitismo nazi actuó contra muchos psicoanalistas judeo-alemanes, pero no por ser psicoanalistas, sino por ser judíos. El programa de "arianización" del psicoanálisis fue realizado progresivamente con la colaboración de psicoanalistas de todas las tendencias: junguianos, freudianos, adlerianos, etcétera. Entre los cambios terminológicos, se impuso la denominación "terapia psíquica de gran profundidad y larga duración" o "psicología profunda" a cambio de los tradicionales "psicoanálisis" o "análisis didáctico".

Hay que decir que esta situación con respecto al psicoanálisis no era exclusiva de Alemania. Édouard Pichon, cofundador de la primera y más antigua asociación psicoanalítica francesa, la Société psychanalytique de Paris, creada en 1926, era por la misma época a la vez psicoanalista y miembro de Action Française, un movimiento de extrema derecha antisemita, a cuyas reuniones acudiría también Jacques Lacan. Pichon, como otros muchos del psicoanálisis francés de la época, buscaba crear una versión del psicoanálisis depurada de sus orígenes judíos. Los psicoanalistas franceses eligieron con este propósito la misma vía que los alemanes: renombrar los conceptos originales, incluyendo la "escotomización", la "captatividad", la "oblatividad", la "esquiznoia" y "la résultante vitale".

Volviendo a Alemania, el impresentable de Ernest Jones, presidente de la IPA, aceptó esa política, y en 1935 presidió oficialmente la sesión de la Deutsche Psychoanalytische Gesellschaft (Asociación Psicoanalítica Alemana), en la cual se obligó a renunciar a los miembros judíos.

En 1936 el psicoanálisis era tan aceptado por el régimen nazi que se creó el Deutsche Institut für Psychologische Forschung (Instituto de Investigación en Psicología y Psicoterapia Alemán), bajo la dirección del ya citado Mathias H. Goering, primo del Jefe de Aviación, Jefe del Reichstag y eventual sucesor de Hitler, el Mariscal Herrman Goering, quedando los psicoanalistas en el llamado “Grupo de Trabajo A” y siendo la dirección internacional del instituto por un tiempo, asumida por Karl Gustav Jung. En 1936 el relator de asuntos universitarios del partido nazi en Berlín dejó claro que él no cuestionaba el psicoanálisis, sino el hecho de que éste fuera ejercido por judíos. Entre 1936 y 1938 Viktor Frankl, otro notable de la causa psicoanalítica, fue invitado a dictar cuatro seminarios en el Instituto de Goering.

A la derecha, una fotografía de Freud en su estudio de Viena en 1937.

En 1938 Alemania invadió Austria y empezó formalmente la Segunda Guerra Mundial, con lo que las tensiones políticas y sociales se agudizaron. Freud, inteligentemente, se autoexilió en Londres. Distintos personajes destacados del culto freudista intervinieron para que ello se llevara a efecto, sin embargo, fue Anton Sauerwald, un renombrado nazi, quien firmó el visado y sacó a la familia Freud de Viena debido a la admiración que sentía por su trabajo.

Si bien la Deutsche Psychoanalytische Gesellschaft se disolvió en 1938, los principales líderes psicoanalistas (tras la expulsión de los miembros judíos), siguieron trabajando con el respaldo del Instituto de Goering hasta el final de la guerra. Félix Boehm se encargaba del "tratamiento" de homosexuales de la Wehrmacht y de la Luftwaffe y Werner Kemper (quien más tarde se iría a Brasil a seguir fundando asociaciones psicoanalíticas) de la "selección" de los neuróticos de guerra. Otros psicoanalistas bien avenidos con el régimen fueron Karl Müller-Braunschweig y Harald Schultz-Hencke. El ya citado Karl Gustav Jung, uno de los psicoanalistas que, como Reich o Lacan, posteriormente crearía su propia sectecilla escindida de la freudiana, afirmaba:

“El inconsciente ario... contiene gérmenes creativos de un futuro aún muy prometedor...la raza judía tiene según mi experiencia un Inconsciente, que poco se puede comparar con el ario...El inconsciente ario tiene un mayor potencial que el judío...a mi modo de ver ha sido un error de la psicología médica utilizar categorías judías, que ni siquiera son atribuibles a todos los judíos, a eslavos o germanos cristianos. A través de ello ha condenado el preciado secreto del alma germana, su alma creadora e intuitiva al lodo de un modo infantil y banal, mientras mi previsora voz fue durante decenios sospechosa de antisemitismo. Esta sospecha provino de Freud. El no conocía el alma germana...¿Dónde estaba su fuerza (la del alma germana) y empuje cuando aún no había nacionalsocialismo? Estaba escondida en esa alma germana, en su profunda base que es todo menos el estercolero de los deseos infantiles no realizados y los resentimientos familiares irresueltos...”


Félix Boehm, así como Karl Müller-Braunschweig o Harald Schultz-Hencke, y como la mayoría de los psicoanalistas metidos en harina durante este período fueron nuevamente admitidos en la Asociación Internacional de Psicoanálisis entre 1947 y 1953, porque, total, aquí no ha pasado nada y pelillos a la mar. Pero mientras tanto, basta con leer cualquier panfleto psicoanalista para encontrarnos con que, en la Alemania nazi, "Todo lo relacionado con el psicoanálisis y la figura de su creador, Sigmund Freud, era motivo de persecución", "el nazismo incorporó en su programa la destrucción radical del psicoanálisis" y demás manipulaciones de los hechos. De hecho, no hace falta buscar mucho para, pese al oportunismo que se desprende de todo lo dicho hasta ahora, encontrarnos con alguna afirmación en sentido contrario: que el nazismo se quiso apropiar del psicoanálisis por la "evidente e indiscutible" utilidad de sus "descubrimientos". Miles de personas fueron perseguidas y asesinadas, miles de ellos por el hecho de tener ascendencia judía. Unos puede que, además, fueran psicoanalistas, y otros, miembros de la junta vecinal de su barrio, pero no fue por esto último por lo que les persiguieron. Son terribles estas muertes y es canalla y repugnante pretender instrumentalizarlas para presentar el timo del psicoanálisis como una "ciencia" perseguida por los autoritarismos.

Por supuesto, no todos los psicoanalistas eran así de "flexibles", otros iban mucho más allá, para muestra, léase sobre Rudolf Von Urbantschitsch en http://andreaestrada.academia.edu/MauroVallejo/Papers/1517872/Psicoanalisis_y_eugenesia_Apuntes_para_una_historia_olvidada._El_ejemplo_de_Rudolf_von_Urbantschitsch